El Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) es el museo nacional español de arte del siglo XX y actual, con sede en Madrid. Su nombre es abreviado coloquialmente a Museo Reina Sofía.

Tomó como sede el antiguo Hospital General, gran edificio neoclásico del siglo XVIII que está situado en la zona de Atocha, fue encargado por Carlos III y diseñado inicialmente por Jose de Hermosilla y continuado posteriormente por Francesco Sabatini.

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Fachada Noreste del Edificio Sabatini del Museo Reina Sofia(www.es.wikipedia.org).

En diciembre de 2001 se inició la construcción de una gran ampliación diseñada por el arquitecto francés Jean Nouvel. Inaugurada e 26 de septiembre de 2005, su planta tiene forma de triángulo truncado, y cuenta con un patio central bajo una cubierta de color rojo, acaso su elemento más peculiar.https://i0.wp.com/upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/e/ef/MNCARS_ampliaci%C3%B3n_12.jpg

Ampliación diseñada por Jean Nouvel(www.es.wikipedia.org).

La historia del edificio que alberga el Museo se remonta a 1566, reinando Felipe II; se concibió la idea de reunir en un solo edificio los muchos centros y hospitales desperdigados por la ciudad de Madrid.
Treinta años más tarde, bajo el reinado de Felipe III, se instaló un primer albergue en la calle Santa Isabel, a donde los mendigos iban a morir. A él se fueron añadiendo otras instalaciones, el Hospital de Santa Catalina y el Hospital de la Pasión, dándole, al complejo así formado, el nombre de Hospital General.


Después de algunas vicisitudes, en la segunda mitad del siglo XVIII, Carlos III encargó un proyecto de hospital al arquitecto Francisco Sabatini sobre un proyecto iniciado por Hermosilla, gestado bajo el reinado de Fernando VI. Sabatini, no obstante, no pudo concluir la edificación, levantando tan sólo parte de lo que estaba previsto en los planos. El hospital general contaba con una capacidad para 18.000 personas. Dejó de funcionar en el año 1965, estuvo 20 años abandonado hasta que la academia de san Fernando y la dirección general de bellas artes pidieron al gobierno su conservación y que lo declarase edificio historico-artistico, por medio de un Real decreto de 1977.

En 1982 se decide destinar el edificio a el Museo de Arte Moderno Reina Sofía. En la remodelación del edificio se encontraron restos de esqueletos, cadenas, grilletes y material de hospital. En 1990 se hizo la segunda remodelación del edificio, esta vez encontraron tres monjas momificadas enterradas en la antigua capilla del hospital. Curiosamente las tres momias siguen enterradas debajo de la puerta principal del museo.

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El rotativo Diario 16 publicó la noticia en exclusiva el 21 de abril de 1995. Bajo el titular “Los fantasmas del Reina Sofía”, Álvaro Gariño, redactor del periódico, divulgaba, con todo tipo de detalles, un informe en el que se recogía un extenso número de testimonios sobre presencias de entes y todo tipo de fenómenos extraños en las salas y pasillos de la pinacoteca madrileña, como puertas que se abrían y cerraban solas, alarmas que se activaban solas, voces y gritos en salas vacías así como ascensores que se activaban solos.

Salían de esta forma a la luz pública los diferentes sucesos inexplicables, así como las investigaciones paranormales –con el permiso de la dirección de la institución– que se estaban desarrollando en dicho museo. En este célebre edificio madrileño tuvo lugar toda una serie de extraños incidentes que fueron investigados por el grupo Hepta. Un estudio que se puso en marcha a petición del antiguo director del centro, José Guirao, debido a las diferentes quejas y denuncias de empleados que experimentaron estupefactos distintos sucesos anómalos.


Presuntamente fuerzas del más allá podían estar produciendo estos episodios. No en vano, las antiguas dependencias del hospital San Carlos ya habían acaparado la atención de los medios de comunicación por sucesos enigmáticos. Prueba de ello son algunas viejas crónicas, como la publicada por el periódico Ilustración Española y Americana: “Los enfermos se asoman por las ventanas del hospital cuando atardece para tomar el aire, y descubren sus rostros amarillentos, algunos casi moribundos; rostros empalidecidos por la enfermedad o quién sabe si por el sufrimiento de pernoctar en un edificio donde suelen ocurrir cosas extrañas nunca explicables, apariciones y ruidos fantasmales, según se quejan los propios enfermos”.


Leyendas y rumores fantasmales cobraron un inusitado protagonismo cuando se iniciaron las obras de restauración y remodelación del edificio con el objetivo de albergar el actual museo. Se desenterraron huesos bajo el patio y se hallaron osarios pertenecientes a restos de niños.

Tras la inauguración del Museo Reina Sofía en 1986, los empleados de seguridad, de limpieza y personal administrativo comenzaron a ser testigos de diferentes experiencias de difícil explicación. Figuras errantes paseaban por las estancias o aparecían estáticas por el patio interior, por las noches, sin que nadie hubiese en su interior. Procesiones de 3 monjas vestidas con el hábito de las hermanas de la Caridad, deambulan por los pasillos seguidas del tintineo de sus gruesos rosarios atados a la cintura y entonando una especie de cántico al unísono que desaparecen al llegar al final del pasillo tras las paredes.

Juan Rada que trabajó allí durante 19 años en el gabinete de prensa, contaba en Milenio 3 la experiencia vivida por un fotógrafo dentro del Museo Reina Sofia:» Un fotógrafo pidió estar solo en la sala para fotografiar el Guernica de Picasso. Con su trípode y cámara tomó varias fotografías desde varios ángulos y encuadres acompañado únicamente por un vigilante que le escoltaba. Cual fue su sorpresa al revelar el carrete y encontrarse con la imagen de una persona que delante del cuadro le miraba fijamente».


Algunas mañanas antes de abrir al público, cuando las mujeres de la limpieza iban a limpiar los cristales de las ventanas que daban al patio, veían a un señor mayor de 80 años de larga barba y melena blanca sentado en uno de los bancos tranquilamente viendo pasar el tiempo.

Todo se empieza a agravar y acaba con las Comisiones de Investigación del Grupo Hepta, cuando a unos vigilantes cierta noche antes del año 92, se les ocurre la idea de hacer una Ouija y aparecen las tres letras «ATA». A continuación pudieron leer la frase:» mi nombre es ATA y soy un paciente del hospital, soy un loco peligroso y un asesino». Uno de los vigilantes dijo:»manifiéstate y fue entonces cuando sonaron 2 golpes secos». Rápidamente los vigilantes se levantaron y abandonaron la sala preguntándose qué pasaba allí. Como era gente armada volvieron y el jefe del grupo dijo: «Ata, Ata, Ataulfo» y de ahí salió el nombre un poco anecdótico de este fantasma.


El cúmulo de extrañas circunstancias motivó que la dirección del centro accediera a que un grupo de expertos en fenómenos paranormales pasara una noche en el edificio en busca de una respuesta. Fue así como el equipo Hepta, compuesto por el sacerdote José María Pilón, la periodista Sol Blanco Soler y la psíquica Paloma Navarrete, acudió por primera vez al museo en el año 1992. “La primera vez –detallaba la investigadora Sol Blanco Soler– acudimos porque el cuerpo de seguridad estaba preocupado porque los ascensores se ponían en marcha solos por la noches y eso les obligaba a hacer rondas continuas, temiendo que alguien se hubiera colado en el interior. Aquella primera vez pudimos comprobar cómo efectivamente ocurría aquello sin explicación alguna. Los físicos del grupo fueron a comprobar la sala de máquinas, y los ascensores estaban desconectados”.

Aquella noche los miembros del grupo midieron los campos electromagnéticos en busca de cualquier anomalía, realizaron análisis radiestésicos que mostraran alguna pesquisa, barridos fotográficos para intentar captar lo imposible a través de los objetivos e, incluso, celebraron varias sesiones de oui-ja para intentar profundizar en alguna explicación trascendental.
“Hicimos lo que hacemos siempre. Barridos fotográficos, mediciones de campo, etc. Pudimos ver en la primera ocasión muy pocos fenómenos. En las instantáneas captamos globos de luz de una tonalidad verdosa. Realmente, durante la primera investigación en 1992 sólo pudimos comprobar el fenómeno de los ascensores”, nos comentó Blanco Soler.

Sus primeras conclusiones confirmaron la realidad de los fenómenos inexplicables. Tres años más tarde, y estando José Guirao como director del Reina Sofía, los especialistas volvieron a la pinacoteca. Durante aquella última noche de investigación del 1 de marzo de 1995, avalada por la dirección del museo, se produjeron las experiencias y fenómenos más sobrecogedores. “Escuché –recordaba Paloma Navarrete– en la primera planta, por los corredores, el ruido de los rosarios de las monjas que vivieron allí. Eran hermanas de la caridad y llevaban unos rosarios muy grandes. Escuchaba realmente el ruido de éstos. Pero la sensación más terrible fue cuando entré en una sala circular de la planta baja y observé a varios hombres maniatados y esposados a la pared. Pude ver como uno de ellos se lanzaba contra otro y le daba un mordisco en la cara”. Esta Sala se correspondía con las que fueron las antiguas Salas de Psiquiatría del Hospital General.

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La zona del sótano es el lugar de mayor fenomenología ya que era donde estaba ubicada la Capilla y en donde se hacían los enterramientos de mendigos, locos, niños abandonados y durante la Guerra Civil Española hubo soldados que allí fueron torturados y posteriormente enterrados. Así se fue creando una Necróplis allí abajo que envuelve el lugar de una densa energía para algunos negativa que hacía que se sintieran mal cuando tenían que bajar a realizar las rondas de vigilancia.

El grupo Hepta realizó una Ouija el día 1 de marzo de 1995 a las doce de la noche instalando el tablero Ouija en el suelo de la Sala de la Bóveda y la primera presencia que se manifestó fue una judía llamada Malú, que dijo haber vivido 4 siglos antes, concretamente en el 1594 y que dijo «sólo quería dar gloria a Dios».  Después apareció Aldonza de los Ángeles, priora de la Comunidad que había vivido en 1750 y expresó su pesar porque Blanca, una de sus protegidas y huérfana que había vivido en el edificio de los 15 a los 19 años, y se había fugado con alguien sin dejar rastro. Por último se presentó Ata, presentandose con la misma frase que tres años antes lo hiciera ante los vigilantes del Museo. Según su propia confesión había asesinado a 5 personas, no sabía en qué año había vivido, tan sólo que su rey se llamaba Carlos. No era feliz, pero no quería ayuda.

Otro personaje que apareció fue el del médico especialista de pulmón Livinio que durante la Guerra Civil Española, estuvo ayudando a los enfermos y que acabó muriendo en el edificio tal vez contagiado por los propios enfermos. Contó al grupo Hepta que el edificio estaba concurrido de entidades que como él estaban atrapadas  en nuestro plano desde 1585 año en que se abrió el albergue de Caridad. Se comprobó que efectivamente este médico existió.

Durante las inspecciones al edificio los especialistas fueron acompañados por miembros de seguridad y, con ellos como testigos, se desarrollaron nuevos incidentes fantasmales: “Pasamos al lado de una pared y le comenté al jefe de seguridad: ‘¡Aquí hay muertos!’. Me preguntó que cómo lo podía saber. ‘Porque los estoy viendo asomados por encima de esta plancha de pladur’, le dije. Estaba viendo a tres figuras: dos hombres y una mujer, y además muy enfadados. La mujer era una monja de la orden de las Hermanas de la Caridad y uno de los hombres el Prior de los Frailes. Después, para comprobar si había algo allí, cortamos el pladur y descubrimos que había tres lápidas”,en lo que es el actual almacén de pinturas, explicaba también Paloma Navarrete.

Surge así el «Informe Ata» un clásico de los fenómenos paranormales en nuestro país, son nueve páginas sobre los sucesos sobrenaturales acontecidos en el Museo Reina Sofia. En él exponen que como resultado de la investigación, llegan a la conclusión de que el edificio tenía una impregnación antigua debida a la intensidad emocional de las vivencias allí vividas correspondientes a la función que como Hospital había desempeñado el edificio durante muchos años.


De la segunda investigación realizada en la noche del 1 de marzo de 1995 con la colaboración del jefe de seguridad Fernando Hernández Sánchez así como de los vigilantes que estaban de servicio, los resultados muestran la existencia de un campo magnético anormalmente alto en una zona que recorre el edificio en la orientación oeste-este y de una anchura de 3m perpendicular a la pared de pladur del almacén de pinturas.

Otro lugar cargado de energía y con gran fenomenología es la Biblioteca que fue Sala de torturas durante la Guerra Civil y en donde fueron torturados y asesinados muchos soldados. Los sucesos suelen producirse entre las 8:30 y las 9 de la noche, momento en que se cierra el público y las personas encargadas de recoger y colocar los libros, escuchan fuertes ruidos secos en la pared seguidos de gritos de dolor y lamentos, así como libros que caen solos de las estanterías.


Una de las trabajadoras del Museo, Raquel Arrogante, tuvo que pedir la baja y elevó su caso a diferentes instancias ya que según su relato su comportamiento cuando estaba dentro del edificio cambiaba totalmente e incluso llegaba a hablar con voz de niña pequeña, era como si no fuese ella sino otra persona que se manifestaba a través de su cuerpo.


Las conclusiones de la investigación dejaban abierto el caso a nuevos exámenes de dichas experiencias. Pero hasta el momento nadie ha podido volver a investigar la enigmática fenomenología que supuestamente se produce en el Reina Sofía. Ni siquiera se permitía la grabación de reportaje alguno en su interior, hasta hace unos días en que el equipo de Cuarto Milenio junto a Juan Rada han podido hacerlo, pero un gran mutismo se extiende entre los protagonistas. El misterio sigue abierto rodeado de una fuerte e incomprensible censura oficial…

Fuentes Consultadas: http://www.akasico.com

http://www.paranormales.blogspot.com


http://www.ikerjimenez.com