Los edificios antiguos se convierten con frecuencia en el hogar de fantasmas, como puede confirmarse consultando la literatura urbana de distintas ciudades del planeta. Y Buenos Aires no es una excepción. El Museo de Arte Hispanoamericano «Isaac Fernández Blanco» no solo custodia los objetos de arte de distintos períodos históricos, sino también una historia de fantasma que asustó incluso a un presidente norteamericano y a los poetas Oliverio Girondo y Manuel Mujica Láinez.

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En el número 1422 de la calle Suipacha se encuentra uno de los museos más importantes de la amplia oferta cultural que ofrece Buenos Aires: el museo de arte hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. El solar que actualmente ocupa fue la sede de una compañía importadora de esclavos en el siglo XVII. Pero su actual imagen es obra del arquitecto Martín Noel, que en 1920 diseñó un edificio de aspecto neocolonial, combinando un jardín andaluz y balcones decorados con cerámica española. Desde 1947 alberga una importante colección de arte que incluye cuadros, esculturas y tallas de madera provenientes de América y España. El urbanismo casi agresivo del centro de la ciudad rodeó de edificios este espacio de aire decimonónico, convirtiéndolo en una especie de oasis para las almas que lo visitan, incluso para las que habitan en otros mundos.

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Desde hace al menos un siglo existen referencias sobre fenómenos extraños en este museo. En 1928, el que sería presidente de EE UU, Herbert Hoover, se alojó en esta mansión durante su visita a Argentina y algunos de sus acompañantes declararon haber visto a una figura extraña merodeando por el jardín, a la vez que oían ruidos de puertas y lamentos que no les dejaban conciliar el sueño por la noche.

Dos décadas después, la mansión contigua a la principal se convirtió en la residencia del poeta Oliverio Girando y su esposa, Norah Lange. El inmueble se transformó en un centro de reunión de intelectuales y literatos de la época, algunos de los cuales afirmaron haber detectado una extraña presencia en el jardín andaluz. Ya por aquel entonces se realizaron las primeras indagaciones, a través de supuestas comunicaciones espíritas, para determinar la procedencia del espectro. Según se dijo, habría sido el de una joven de 17 años que murió de tuberculosis, un hecho documentado por los archivos parroquiales. En cualquier caso, el fantasma del museo Isaac Fernández Blanco tardaría casi medio siglo en hacer otra aparición espectacular.
Museo Isaac Fernandez Blanco
A principios de 1989, la compañía de danza española dirigida por Graciela Ríos Sáiz se encontraba ensayando en los jardines del museo para una actuación, cuando se produjo un corte del suministro eléctrico en el inmueble. Las bailarinas decidieron esperar que la iluminación volviese a funcionar para reiniciar el ensayo. La directora del ballet y algunas de las chicas se quedaron en el jardín charlando, cuando vieron sobre uno de los grandes maceteros la imagen de una mujer alta y blanca, cuyo rostro no podía distinguirse bien. Su cuerpo era como de una niebla espesa, aunque no transparente. La imagen se desvaneció y apareció en otro rincón del jardín antes de desaparecer.

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La propia Graciela Ríos contó su experiencia en un importante programa de la televisión argentina y el museo se convirtió en Meca de curiosos. «¡En un solo día vinieron 600 personas!», afirmó Gustavo, uno de los responsables de la programación cultural de esta institución.

Fuentes consultadas: http://www.akasico.com