Muchas personas afirman haber sido testigos de ataques procedentes del más allá, siendo claras pruebas de la existencia de entidades sobrenaturales o espíritus demoníacos. Pero estos fenómenos también han sido reportados por profesionales médicos en hospitales, hogares de ancianos y otras instalaciones médicas que también acogen a ciertas entidades, especialmente los de la variedad demoníaca.

En muchas ocasiones las experiencias de los profesionales médicos se le dan un valor añadido, como el caso de una enfermera que compartió su escalofriante experiencia con los medios de comunicación, donde un paciente moribundo era más de lo que parecía.

Según la enfermera, el paciente sufría de una variedad de enfermedades que iban a poner fin a su vida en cualquier momento. Sin embargo, el hombre se encontraba muy asustado y el personal sanitario se esforzaban para mantenerlo con vida. Cada vez que el monitor que controlaba su corazón sonaba, el enfermo entraba en cólera gritando: “¡No me dejes morir! ¡No me dejes morir!”, describía la enfermera. Las enfermeras responsables se dieron cuenta de qué el moribundo no quería morir. Una noche, el paciente empeoró, y la enfermera se precipitó en su habitación con los suministros de emergencia. Sin embargo, ella no estaba preparada para lo que estaba a punto de ver.

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Según la descripción de la enfermera, el paciente se encontraba sentado a cinco centímetros por encima de la cama y se reía. Todo su aspecto cambió completamente. Sus ojos tenían una mirada de pura maldad y tenía una sonrisa demoniaca en su rostro. Él paciente no paraba de reírse constantemente y dijo a las enfermeras:

“Ustedes son unas perras tontas y no me van a dejar morir.”

Después de este suceso aterrador, el paciente sufrió un paro cardíaco y murió a los 20 minutos después. Sin embargo, muy a lo contrario de terminar con la pesadilla, el terror estaba lejos de acabar. Cinco minutos después de que un médico forense declaró que el paciente se encontraba clínicamente muerto, el hombre recién fallecido se volvió a sentar en la cama y se echó a reír, diciendo a la enfermera:

“Tú me dejaste morir. Es una pena.”

Según los testigos, lo que sucedió después fue como una película de terror. Todos los miembros del hospital pudieron escuchar toda la noche como un horrible grito agónico que decía: “no me dejes morir”. Cada una de las enfermeras que estaban de servicio esa noche estaban pálidas y asustadas. Ninguno de los miembros no se atrevían a ir solos por el hospital. Por la mañana, los susurros que decían “no me dejan morir” habían desaparecido.

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Las enfermeras no son los únicos profesionales de la medicina que se han encontrado cara a cara con las fuerzas siniestras en su lugar de trabajo. Un paramédico también dio a conocer su historia a los medios de comunicación, compartiendo su experiencia con un paciente moribundo y un número que muchos llaman la marca de la bestia. Otro dato importante a tener en cuenta, es que al igual que el hombre moribundo en el hospital, el paciente que atendió el paramédico también parecía temer su muerte inminente.

“Después de que nos avisaran de la urgencia, llegamos allí y nos encontramos a un pobre hombre de unos 40 años de edad, calvo debido a la quimioterapia y sentado en el sofá de su hermano. El hombre se encontraba mirando alrededor de la habitación, y de vez en cuando parecía como si estuviera espantando moscas. Los sentamos en la camilla y él dijo: ‘No, no ahora’.”

El hombre enfermo cayó al suelo pocos minutos más tarde y murió con lágrimas en sus mejillas. El paramédico llevó el cuerpo del hombre al servicio de urgencias, preguntó sobre la ubicación del paciente a los responsables. Ahí fue cuando las cosas empeoraron.

El paramédico se preguntaba si el pobre hombre iría al cielo, pero comenzó a tener un mal presentimiento, y observó como si la oscuridad cubriese todo su alrededor. Se le ocurrió mirar hacia el voltímetro y observó el número 666 parpadeando. Según describió el paramédico, el panel normalmente no parpadeaba en absoluto, simplemente registraba el voltaje. Luego despareció el 666, luego 0,1, luego 666, luego 0,1, luego 666, luego 0,1, y luego se volvió hasta 1200, y se quedó de esa manera. La incómoda sensación se fue, pero aun así oró todo el camino al hospital.

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En algunos hospitales parecen habitar espíritus que acechan en cada esquina, siendo posible que estas almas salgan del cuerpo físico, permaneciendo alrededor de estos centros médicos, sin saber qué camino tomar, o incluso lo que les pasó. Pero el problema es cuando el propio “mal” también regenta estos lugares, pudiendo acabar en posesiones como las anteriormente descritas.

Fuente consultada:

http://www.mundoesotericoparanormal.com