En la Isla de La Palma, podemos encontrar un mágico lugar al que llaman «El Barranco de la Zarza». Un lugar que se revela al visitante en toda su belleza y esplendor, gracias al misterio que lo envuelve.

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Las estaciones rupestres de La Zarza y La Zarcita están situadas en el término municipal de Garafía, entre los pagos de La Mata y Llano Negro. La existencia de estos yacimientos fue dada a conocer por A. Mata y E. Serra en 1941, momento que marca el inicio de la investigación rupestre en la isla.

El conjunto La Zarza-La Zarcita está organizado como un Parque Cultural. Junto a la carretera hay un pequeño Centro de Visitantes con un museo y desde ahí se recorre libremente el barranco en una ruta en forma de «Y» entre un bosque de laurisilva.

Los grabados rupestres constituyen el elemento más espectacular de la Zarza, tanto por la amplitud de la superficie grabada (29 paneles), como por la complejidad y amplia cronología que manifiestan: La Zarcita tiene menor envergadura (18 paneles) y diversidad de motivos.

Los motivos representados los podemos agrupar en cuatro categorías básicas: espirales, circuliformes, meandros y lineales, aunque la combinación de unos con otros o las variantes que presenta cada grupo provoca una sensación de extraordinaria variedad. Si atendemos a la localización geográfica de las estaciones conocidas, el contexto natural, los motivos representados y las estrategias económicas auaritas, se podría interpretar como una práctica de magia propiciatoria dirigida a perpetuar condiciones naturales favorables o a la restauración de éstas en momentos críticos. Para controlar estos procesos naturales que escapan a la experiencia racional, el pastor auarita hace uso de la magia, como recurso último para garantizar la viabilidad de las estrategias económicas o, lo que es lo mismo, su propia supervivencia.

Los grabados rupestres de La Zarza y La Zarcita

Es posible asociar la presencia de los grabados rupestres a una serie de elementos naturales insertos en el territorio insular, y en menor medida a elementos artificiales que podríamos definir como de tipo cultual. Así podemos hablar de:

1.-  Estaciones emplazadas en lugares preponderantes del terreno, desde los cuales se puede controlar visualmente un territorio muy amplio. Es frecuente que estos lugares estén asociados a fuentes o puntos de agua.

2.-  Estaciones asociadas al «caboco» situadas bien en sus cornisas o en las proximidades de los mismos. En estos lugares suelen abrirse numerosas cavidades naturales que fueron ocupadas por la población aborigen, ya que además era frecuente la existencia de lugares donde abastecerse de agua.

3.- Estaciones vinculadas a rutas pastoriles. Son particularmente frecuentes en los campos de pastoreo de cumbre, explotados durante la época estival.

4.- Estaciones asociadas a estructuras de carácter cultual, particularmente a las estructuras tumulares, amontonamientos intencionados de piedras que durante mucho tiempo fueron confundidos con aras de sacrificios. Con frecuencia, algunas de las piedras presentan grabados rupestres.

Estaciones asociadas a estructuras de carácter cultual, particularmente a las estructuras tumulares, amontonamientos intencionados de piedras que durante mucho tiempo fueron confundidos con aras de sacrificios. Con frecuencia, algunas de las piedras presentan grabados rupestres.

La casi totalidad de los grabados rupestres que hasta la fecha han sido localizados y estudiados fueron ejecutados mediante la técnica del picado, si bien con posterioridad el surco pudo ser sometido a algún tipo de tratamiento con vistas a regularizar su trazado.

La técnica del picado se aplicó por percusión indirecta, actuando a modo de “martillo y cincel”, especialmente en el caso de los conjuntos iconográficos de gran complejidad. Una segunda forma de grabado, es la incisión.

El utillaje empleado en la realización de los grabados estaría compuesto básicamente por instrumentos líticos, ya que la población guanche desconocía el uso de los metales. No habría existido en este sentido un tipo de útil específico para grabar, sino que se debió recurrir a lascas puntiagudas de una composición pétrea más dura que la del soporte.

Quizás los guanches entendieron la esencia misma de todo lo que existe en el universo en la espiral, grabándola en piedra para hacerla un poco más presente de lo que ya es de por sí.

Si pensamos en la espiral, la encontraremos en la estructura de las galaxias, en el giro de los electrones en torno a su núcleo, en los remolinos de viento y agua, en el movimiento de la tierra. Es la fuerza vital de la vida misma.

Sin duda alguna la Isla de la Palma cuenta con el patrimonio arqueólogico más rico del Archipiélago Canario, dentro del cual los grabados rupestres son el vestigio más interesante del legado cultural de los primitivos habitantes de la Isla, hasta su conquista en 1493 por las huestes castellanas de Alonso Fernández de Lugo.

Fuente consultada: http://www.naya.org.ar/congreso2000/ponencias/Francisco_Herrera.htm