Tag Archive: expediente X español


Así empieza el episodio paranormal del que fueron testigos 6 guardías civiles y 2 policías nacionales en el viejo Hospital Virgen del Toro de Mahón en Menorca.

1 de noviembre de 2007 festividad de Todos los Santos, a las dos y media de la madrugada, el guardia de seguridad del antiguo hospital Virgen del Toro de Mahon en Menorca, de la empresa Trablisa, llama a la Guardia Civil para advertirle de la existencia de ruidos y movimientos extraños en el edificio, cerrado desde siete meses antes.

http://fotomenorca.blogspot.com.es/

Todo lo sucedido aquella noche, queda registrado en el informe que se redacta sobre los sucesos acontecidos:

Dirección General de la Policía y Guardia Civil. Puesto de Mahón. Fecha 1 de noviembre de 2007. Diligencia de exposición de hechos:

En Mahón, Menorca, siendo las 6 y cuarto de la mañana, se hace constar mediante la presente diligencia los hechos siguientes;

Que a las dos y media de la madrugada se recibe un aviso del vigilante de la empresa de seguridad Trablisa, el cual presta servicio en el antiguo hospital Virgen del Toro, informando sobre ruidos y extraños movimientos en el interior del edificio. Personada en el lugar la patrulla en servicio y con apoyo de otra patrulla de la unidad fiscal, se procede a una exhaustiva inspección del lugar no encontrando a nadie en el interior del edificio pero escuchando por los componentes ruidos, susurros y risas provenientes de la última planta del hospital. Desde la calle se puede observar como las luces de dicha planta se encienden y apagan de forma intermitente y se observan sombras que aparecen y desaparecen como si de personas se tratase. Solicitamos apoyo de una patrulla del cuerpo nacional de policía y se realiza una nueva inspección planta por planta, siendo de nuevo el resultado negativo, pero al llegar a la última planta la cual ya había sido inspeccionada se observa que los objetos y enseres que había han sufrido modificaciones de lugar, por lo descrito se decide solicitar el apoyo del servicio cinológico para el rastreo de personas, el perro realiza inspección y rastreo de las cuatro primeras plantas pero al llegar a la quinta se niega a salir del ascensor y se pone nervioso con fuertes movimientos de una forma que su guía desconoce. En ese instante al fondo del pasillo junto al ascensor se encienden unas luces y se observa una sombra de persona de forma extraña que se asoma por la esquina derecha. Se le avisa de la presencia de las fuerzas y cuerpos de seguridad y de que se procedería a disparar intimidatóriamente de no obtener respuesta, desapareciendo la sombra en ese instante. Al ir a comprobar dónde se podía haber ocultado y llegar a la altura donde estaba situada se observa que no hay nadie y que el pasillo no tiene salida. Después de varias horas de inspección del lugar y después de los hechos constatados, sólo cabe resaltar que ha sido un EPISODIO PARANORMAL del cual no se puede sacar una explicación razonable de lo sucedido, presenciado por ocho testigos. Por lo expuesto y dando un curso reservado y clasificado a este escrito, se firma a los efectos oportunos en el lugar y fecha señalados.

Daniel es el guardia civil que valientemente y habiendo sido uno de los ocho agentes que se personaron en el hospital Virgen del Toro, ha contado todo los hechos que aquella noche de noviembre del 2007 sucedieron. La descripción de la figura que vio la hizo así:”Una figura de mujer de cabello largo, bastante alta y delgada, vestida con un camisón blanco. La sombra de mujer a la que sólo la veía medio cuerpo no estaba sorprendida, nos estaba observando mirando haber qué hacíamos nosotros”.

A raíz de su testimonio, otras personas que han trabajado en el citado hospital han roto su mutismo y han contado su experiencia dentro del mismo.

Una de las vigilantes del hospital, ante los ruidos y sombras que observaba y oía durante su guardia, acabó terminando ésta dentro de su propio coche ante el miedo que sintió.

http://www.menorca.info

Otro de los vigilantes de Trablisa comenta que durante 8 meses vivió los fenómenos y quedó tan marcado por la experiencia que a partir de entonces no ha vuelto a trabajar en ningún edificio abandonado. Según su testimonio: “Apagaba la luz de una planta a las 2 de la madrugada y 1 hora después se volvía a encender(…)El ascensor bajaba solo desde la 5ª planta sin que yo pudiera adivinar el motivo, las puertas de los quirófanos que carecen de ventanas se abrían de par en par y hasta sonaban los timbres de las habitaciones en algunas camas”.

Juan Tur, otro de los testigos que trabajó como encargado de celadores durante muchos años, dice que en los años 70 cuando se abre el hospital y son muy pocos los empleados que están trabajando allí, ya se habla de este tipo de fenómenos y eso que todavía no había fallecido nadie allí. Cuando el hospital ya está en pleno apogeo de personal y pacientes, los ruidos, susurros, ascensores que suben y bajan solos, forman parte ya de la vida cotidiana de todo el personal, a los que se habitúan sin darles mayor importancia.

Según Juan Tur: “Cuando tenías un deceso y tenías que bajar un cadáver a la parte del mortuorio donde los poníamos hasta que pasaban a la cámara sobre las 4 de la madrugada, oías rumores, voces lánguidas, etc., pero que no hacías caso por lo acostumbrado que estabas a ellos(…)Una noche un compañero me dijo Juan no juegues porque me has pegado un susto de miedo cuando he bajado el fallecido, y yo le dije pero qué susto si yo estaba en partos en la sala del 5º piso”.

http://www.menorca.info

Según el testimonio de Juan Tur: “En el mortuorio se oían golpes y he ido cuatro y cinco veces para ver si encontraba a alguien y allí no había nadie(..)A un compañero le ha pasado tumbarse por la noche en una camilla de las que había abajo que estaba sin usar para descansar el personal y tumbarse alguien al lado suyo, y él le decía bueno venga te hago sitio y ya está”. “Era frecuente estar esperando el ascensor para bajar cualquier cosa y de repente irse sin que nadie le haya llamado”.

Una vez cerrado el hospital el pasillo de la primera planta se llegó a tapiar para evitar actos vandálicos y ocupas pues aún así se seguían oyendo los pasos, ruidos y risas en esa parte concreta del pasillo.

Con el tiempo y debido a estos sucesos, se decidió prescindir de los vigilantes e instalar un sistema de cámaras de seguridad. Pedro S. es vigilante de una empresa de cámaras de seguridad que durante años estuvo trabajando para el hospital Virgen del Toro. Pedro tuvo una experiencia que recuerda aún hoy y que cuenta así: “La central de alarmas me llama y me dice que en el antiguo hospital han visto por la cámara una figura negra, salgo por la puerta de urgencias y me voy a mitad del pasillo pero allí no había nadie, por radio me comunican que la figura está ahí delante mia que la están viendo por la cámara, pero yo seguía sin ver a nadie. Minutos después me quedo helado allí mismo al ver una sombra por delante de mi que pasa muy rápido”.

http://www.elmundo.es

Los propios vecinos que viven frente al hospital empiezan a decir que ellos son también testigos de esas luces que se encienden y apagan solas e incluso de las sombras que pasan por las ventanas.

Cinco años después, nadie sabe aún explicar qué extraño suceso se produjo esa noche en un hospital que hacia apenas unos meses había cerrado sus puertas y que, a diferencia de lo que sucede hoy, no mostraba por aquel entonces síntomas evidentes de abandono.

Fuentes consultadas: Programa 4, temporada 8 de Cuarto Milenio.

Programa 5, temporada 12ª Milenio 3.

 

El caso de David Guerrero es otro de los expedientes X españoles más extraños que a día de hoy sigue sin resolver. David Guerrero, el niño pintor de Málaga, desapareció el 6 de abril de 1987 sin dejar rastro alguno. Eran las seis y media de la tarde cuando sale de su casa, situada en la Calle Sargento García, y se dirige a la parada de autobús más próxima, situada aproximadamente a 150 metros de distancia  en la  malagueña barriada de Huelin, para tomar un autobús que le dejaría en el centro de la ciudad. Nunca cogería aquel autobús, su rastro se desvanece en esos 150 metros que  separan su casa de la parada del autobús.

Última fotografía que Antonia le hizo a su hijo con motivo de un viaje de estudios. / CARLOS MORET

En el momento de su desaparición David Guerrero Guevara contaba con 13 años de edad. Su madre Antonia relata como acontecieron los hechos: » Me levanté como siempre. Era un lunes, un día normal. Ese día David tenía una entrevista después de sus clases de pintura en la calle Granada porque tres días antes había expuesto un cuadro en una exposición sobre Semana Santa y gustó mucho. Su padre le hizo un croquis. «¿Sabes dónde está el sitio?». «Sí claro, sé llegar papá». Recuerdo que ese día comió viendo unos dibujos animados que le gustaban mucho. Estaba nervioso, supongo que por la entrevista. Era la primera que le hacían. Su padre le dijo: «Si terminas pronto, te vas a la pintura, y, si no, te esperas allí y yo voy a recogerte». Pero esa noche mi marido llegó solo. Se fue a buscarlo a la calle Granada. Esperó un rato y viendo que no bajaba, le preguntó al conserje. «¿No has visto bajar a mi hijo?». «No, quizás esté en la exposición», le contestó. Pero no lo vio allí. Pensó: «Me habré cruzado con él», pero le dijeron que ese día no había ido. Entonces se dijo «estará en casa». Cuando llegó mi marido yo estaba en la cocina preparando la cena. «¿Y el niño?, ¿no ha venido?». Nos echamos a la calle toda la familia y esa misma noche a las 12 mi marido se acercó al cuartel de la Guardia Civil y lo dijo: «Tiene 13 años y no aparece por ninguna parte».

» El día que desapareció acababa de exponer su primer cuadro e iba a conceder su primera entrevista a la radio. Sólo la familia y los más conocidos sabíamos que pintaba tan bien. Nunca lo llevamos a ningún sitio para exhibirlo. Desde que tenía cinco años se tendía en el suelo del salón a pintar, igual que su hermano…»

En los días siguientes la prensa se hizo eco de la noticia. “Extraña desaparición de un joven pintor malagueño”, rezaba el titular del diario Sur el miércoles 8 de abril, a lo que añadía: la desaparición se produjo sobre las siete menos cuarto, según nota facilitada por el gobierno civil. O el del día siguiente que informaba: Sin noticias del niño pintor desaparecido el lunes. Se desconoce en que momento se produjo la desaparición, lo que parece seguro es que en ningún momento llegó a su lugar de destino.

Fuentes allegadas a la familia descartaron, desde el principio, la posibilidad de fuga: es un chico plenamente dedicado a la pintura y con un círculo de amistades que se reduce a los compañeros de colegio. Sus profesores, sentenciaban: es un chico muy equilibrado y, sobre todo, muy metódico.

Las primeras investigaciones policiales se centraron en el mundo de la pintura de Málaga, debido al conocimiento que tenían muchos en la provincia del enorme talento del joven, pero pronto perdería fuerza el secuestro por parte de alguna persona relacionada con esos ambientes. Asimismo, se desecharía la hipótesis del rapto por motivos económicos, ya que la familia no había recibido ninguna llamada pidiendo un rescate. Se dieron, además, circunstancias muy especiales aquel día en Málaga: su majestad la reina doña Sofía estaba en la ciudad y un despliegue policial enorme había tomado las principales calles del recorrido de la reina, entre la que se hallaba la de David. Por lo que se ha descartado que fuera introducido a la fuerza en algún vehículo.

Dos fueron las principales pistas que se siguieron para tratar de dar con su paradero: la primera, que resultó ser falsa, situaba al niño en Portugal, y luego otra más verosímil señaló a un ciudadano suizo de setenta años, que fue abandonada debido al fallecimiento de ese sujeto en enero de 1990.

El caso del “Niño Pintor de Málaga” fue catalogado por la Interpol como desaparición extrema, etiqueta que queda para los casos en los que no se tiene nada de nada, ni un solo indicio, simplemente se esfumó. Mientras la inmensa mayoría de las desapariciones acaban resolviéndose para bien o para mal, existen algunas que quedan en el umbral de la penumbra, marcadas a fuego en la  opinión pública y en los investigadores debido a su rareza. Ésta es una de ellas.
Han transcurrido más de dos décadas. Tiempo de sufrimiento y olvido para todos los allegados. La familia Guerrero Guevara fue alejándose de los medios de comunicación. Prácticamente no concedían entrevista alguna a la prensa. Llevan su dolor y esperanza en silencio.
«Es una cosa muy rara -explico Antonia Guevara  -porque mi niño era un niño, como he dicho tantas veces, que no tenia amigos. El no iba a jugar a la calle porque no le gustaba. Solo estaba con su hermano pintando».
En el hogar de los Guerrero Guevara  todo sigue  igual de ordenado y colocado  en la habitación de David: sus pinceles y pinturas,borradores y lienzos en blanco,  con sus libros de arte. Como si nada hubiese pasado. Como si en cualquier momento fuera a volver a casa para cenar y dormir. Como si nada hubiese ocurrido. Como si el tiempo se hubiera quedado atrapado.
«En casa-afirmaba su madre-no hablamos del tema. Yo no puedo hablar con mi marido de David. No puedo. Es que no puedo. En mi casa todo es recuerdo de David».
El rostro de sus padres mostraba el sufrimiento arrastrado tanto tiempo.Se aferran a la esperanza del retorno de su hijo. No en vano, por las noches, el cerrojo superior de la puerta del domicilio no se cierra por el anhelo de que  en algún momento David vuelva a casa. El mismo desconsuelo y la misma  fuerza con la que su hermano Raúl hacia el primer llamamiento público a través de los micrófonos de la SER de Málaga durante las navidades de 1987. Un mensaje  que aún perdura en el tiempo.
«Hermano David, ya hace nueve meses que saliste de casa y ni nosotros ni nadie mas sabe de ti desde aquel 6 de abril  que
desapareciste. Estas navidades tu presencia se hace mucho mas grande y dolorosa.Si me estas escuchando,David, que sepas que te habla,por SER de Málaga, tu hermano, tu amigo, tu compañero en esa pasión tuya y mia  de la pintura. Aqui esta esperándote toda la casa. Mama ya no tiene lagrimas de tanto llorar……así  sigue esta carta de esperanza………..Si me oyes: felices navidades, aunque para nosotros sean tristes navidades porque no te tenemos.Tenemos una cosa: esperanza, ilusión en que volverás. Regresa a tu casa , David».

Fuentes: http://www.historiasdemediocridad.wordpress.com

Tuvimos conocimiento de este caso gracias al informe que Iker Jimenez hizo del mismo en su libro  «Enigmas sin resolver» publicado por la Editorial Edaf en 2004 y por el sobrecogedor testimonio que del mismo nos hizo el mismísimo Martín Rodríguez «El niño de Tordesillas» en el programa de Cuarto Milenio.

Tan sorprendente suceso tuvo lugar en Tordesillas, un pueblecito de la provincia de Valladolid de vida apacible y tranquila, en el que nada hacía presagiar los acontecimientos que tendrían lugar el 1 de octubre de 1977.

Martín Rodríguez, el hijo del churrero, de sólo siete años de edad, volvía como cada día a su casa de la calle Valencia. Tras saludar y darle un beso a su madre, dejó la cartera y con  la merienda en la mano salió corriendo para jugar con sus amigos. Esa tarde el juego elegido es el «bote de la malla», una especie de escondite de toda la vida.

martin_rodriguez

Martín Rodríguez Rodríguez «El niño de Tordesillas».

Martín, junto con su inseparable amigo Fernando Caravelos, corren como locos en busca de un lugar en donde esconderse y no poder ser encontrados. Corren tanto que se alejan de la barriada de San Vicente y acaban casi a las afuera del pueblo, en un viejo corral abandonado situado en la cuneta de la Nacional 122. Mientras caminan rodeando el muro del corral, Martín coge una piedra del suelo y la lanza por encima del inexistente techo. Inexplicablemente, un estruendo metálico rompe el silencio de la noche.

La curiosidad les puede y ambos amigos deciden avanzar sorprendidos por el extraño ruido metálico que no se correspondía con el que hubiese hecho la piedra si hubiese caído sobre la antigua máquina de labranza en desuso que allí había y que tan bien conocían.

Con precaución entraron al corral y la sorpresa fue mayúscula cuando, en un rincón del corral descubrieron un extraño artefacto parecido a “una gran lágrima de metal”, sostenido sobre tres gruesas patas, y envuelto en mil y un colores.

ovni_tordesillas

Dibujo que del artefacto hizo Martín Rodríguez.

En la parte superior había varias ventanillas en forma de ojo de buey, de las que surgían luces de colores rosas y azules. El extraño objeto se apoyaba en tres gruesas patas y en su centro se podía observar una puerta dividida en dos, como la que tienen algunos ascensores. En su parte derecha poseía una especie de tubos metálicos por los que salían algún tipo de gas. Tras unos minutos de inmóvil observación, los dos amigos ven como el misterioso objeto comienza a vibrar y a elevarse lentamente. Es entonces cuando del centro del mismo surge un fino haz de luz, que se proyecta e impacta en el estómago del atónito Martín. «La sensación que tuve -confesaría 21 años más tarde Martín Rodríguez a Iker Jiménez- fue de que algo se me metía en el interior de la tripa. Algo que me dejaba enganchado sin permitir moverme adelante ni atrás. Fue entonces cuando empecé a marearme y a sentir que se me iba el sentido. Esa fue la última imagen que tuve. Creo que caí hacia atrás al tiempo que aquello aceleraba recto y en vertical hacia el cielo, mientras las patas se metían dentro del aparato».

Fernando, visiblemente asustado, intentó una y otra vez “quitar los rayos” del cuerpo de su amigo, pero fue en vano. Salió al exterior gritando para avisar a los demás. En el interior del corral, Martín seguía con las manos aferradas al estómago, pero sin poder zafarse del haz de luz que lo mantenía allí sujeto.

Pocos minutos después, Fernando y el resto de personas que habían acudido tras los gritos de ayuda de Fernando, llevaron a Martín hasta su casa en estado semiinconsciente. Su color era amarillento y sus pupilas aparecían dilatadas además de no poder articular palabra. Antonio Rodríguez, padre de Martín, se encontraba en esos momentos colocando unos azulejos en la vivienda cuando se dio cuenta de que varias personas traían a su hijo en brazos.

Fernando aún consternado por lo ocurrido, cuenta al padre de Martín lo sucedido. Este, tras escuchar lo acontecido, acude junto a su amigo Eloy al corral donde encontrarían tres huellas humeantes en posición triangular y un círculo en donde la tierra parecía haber sido abrasada. Llenaron una bolsa de plástico con la tierra ennegrecida y volvieron a casa, donde deciden pedirle opinión a un minero amigo de la familia, llamado Olegario García Vega, quien realiza el análisis de la muestra. El resultado se aparta de lo normal pues los restos de tierra olían a azufre.

(Un posterior estudio de la tierra por parte de Iker Jiménez, veinte años después del suceso, arrojaría el dato de que la tierra estuvo sometida a 600º, sin más datos relevantes.)

Martín es tratado por los médicos de Tordesillas desde el primer momento. Consiguen estabilizarlo, pero como no logran encontrar los motivos de su continuo malestar, deciden su traslado e ingreso en el Hospital Onésimo Redondo, de Valladolid.

Después del extraño suceso, Martín presenta un cuadro patológico que es motivo de sorpresa entre los facultativos, pues sufre pérdidas de visión, frecuentes vómitos y dolores estomacales.

Al comprobarse que la gravedad del niño persiste y que no experimenta mejoría alguna, el doctor Martínez Portillo decide someterlo a una primera intervención quirúrgica, que delatará el desarrollo anómalo de algunas partes del cerebro, compatibles con los problemas que Martín sufría.

agresion_tordesillas

” En el colegio se llegó a hacer una colecta para comprarme flores. Cada niño puso cinco duros. Cuando llegué a Tordesillas me di cuenta de que me habían hecho una mortaja. Aquello no se puede olvidar. lo que ocurre es que había vuelto a salvarme… y esta vez nadie lo esperaba. Todos me daban por muerto…”

En pocos años sufrirá catorce operaciones, las recaídas y las entradas al hospital en estado de coma se convertirán en algo rutinario para él y su familia, además de dejar en él terribles cicatrices en el cuerpo.

Cicatriz de Martín ya siendo adulto.

Poco a poco la rutina vuelve a la vida de Martín, los juegos, la escuela…, nada parecía haber cambiado pero Martín ya no era el mismo. Quién podría serlo después de aquella experiencia vivida.

Tras diagnosticarle “estenosis a nivel del acueducto de su tercio superior” (Hidrocefalia), hay quien ha querido ver en toda esta historia una explicación racional alejada de todo fenómeno ovni, argumentando que la descompensación que sufría debida a la hidrocefalia le produjo entre otros síntomas: dolor abdominal (los rayos que le pinchaban), ataxia o dificultad para caminar (su inmovilización en el lugar), y una progresiva pérdida de consciencia y de la realidad. En esas condiciones su cerebro produjo la imagen del extraño objeto y sus luces (quizás a partir de una deformación perceptual de la máquina de labranza allí presente y la penumbra). Tal imagen podría haber sido tomada como muy real por el niño bajo esas condiciones fisiológicas extremas.

Verdad o fantasía, lo cierto es que los datos de ambas hipótesis están ahí y lo que no se puede negar es que el «Niño de Tordesillas» es uno de los expedientes X españoles más sorprendentes de nuestra historia ufológica.

Fuentes consultadas:

http://www.tejiendoelmundo.com

http://www.caravaca.blogspot.com

http://www.gibralfaro.uma.es

Fotografías:

http://www.tejiendoelmundo.com

http://www.gribralgaro.uma.es




Catalogado por la Interpol como el caso más extraño de Europa, nos encontramos con uno de los expedientes X españoles más enigmáticos, que pasó a la historia con el nombre de «El niño de Somosierra». Este extraño caso conmocionó a la sociedad española de entonces y sacó a la palestra hipótesis impensables hasta entonces. Estos son los hechos y esta es la historia de Juan Pedro Martínez Gómez, «el niño de Somosierra».

juan_pedro_martinez_gomezg1

Nombre: Juan Pedro Martínez Gomez.

Fecha de nacimiento: 01 de enero de 1976.

Desaparecido en Somosierra, Madrid, el 25 de junio de 1986.

Edad actual: 34 años.

El 23 de junio de 1986, noche de San Juan, Andrés Martínez camionero de profesión, su esposa Carmen Gómez y su hijo de 10 años Juan Pedro Martínez Gómez salieron a las 7 de la tarde desde la localidad murciana de «Los Cánovas» para dirigirse a su destino que era una empresa petroquímica de Bilbao. Andrés transportaba en su camión Volvo F-12 una cisterna con 20.000 litros de ácido sulfúrico óleum.

Su primera parada la hicieron en un lugar llamado «Venta del Olivo» a pocos kilómetros de Cieza, Murcia. Más tarde harían una segunda parada sobre las 0:12 horas en la localidad de las «Pedroñeras» municipio de Cuenca. Tres horas más tarde, cerca de las 3:00 de la madrugada llegaron a la gasolinera «Los ángeles» yá en la provincia de Madrid. La última parada de la que queda constancia de su paso es sobre las 5:30 de la mañana en el mesón Aragón, en el término de Cabanillas, a las faldas del puerto de Somosierra. Allí fue visto por última vez el niño Juan Pedro Gómez vestido con un pantalon y un jersey del mismo color, de un rojo vivo.

En uno de los tramos del itinerario, el camión cisterna alcanza los 140 Km/h sin motivo aparente y en una de las variantes de la carretera nacional I, derrapa chocando frontalmente con otro vehículo de gran tonelaje. El camión se sale de la calzada y procede a impactar contra una hilera de vehículos que circulaban detrás.

El Volvo F-12 se estrella posteriormente contra un árbol y se produce una brecha considerable en la cisterna, ésta acaba por desquebrajarse del todo y la totalidad del ácido es esparcido por toda la carretera, con el consiguiente caos circulatorio. La Guardia Civil después de presentarse en el lugar de los hechos y desviar el tráfico, comprueba la cabina del Volvo F-12 totalmente destrozada y dos ocupantes calcinados entre un gran amasijo de hierros. Estas personas, según los informes, son Andrés Martínez y su esposa, Carmen Gómez.

La noticia saltó pronto a los medios de comunicación de todo el país. Hasta ese momento nadie conocía la existencia de un tercer pasajero.

Pero fueron los abuelos del chico, desde su domicilio de Las Cánovas y tras presenciar el trágico suceso en las noticias, quienes se pusieron en contacto con los Cuerpos de Seguridad del Estado. La pregunta era clara: “¿Dónde está nuestro nieto?


Hacia las nueve de la noche, el cuerpo de bomberos abre la cabina del camión para encontrar alguna pista del niño, pero sólo logran dar con la goma de la zapatilla que según creen, llevaba Juan Pedro. Salvo eso,  no hallaron ninguna pesquisa que les pueda llevar hasta el niño. Al mismo tiempo, el ácido continuaba fluyendo por la carretera y sus proximidades, con la amenaza de alcanzar las aguas de los afluentes del río Duratón.

Durante los dos siguientes días la policía rastreó minuciosamente toda la zona, pero la búsqueda no dio resultados. Una parte importante de la investigación era reconstruir el recorrido de la cisterna, para lo cual los expertos extrajeron el tacógrafo del camión.

Según el tacógrafo, en la siguiente hora y 23 después de esa parada en el mesón y antes del accidente, el camionero realizó doce paradas. Los profesionales de la carretera afirman que en un trayecto tan corto como ése no debió haber ni una parada, o en un momento dado una o dos veces como máximo… ¿Entonces qué ocurrió? ¿Por qué paró una docena de veces en poco menos de hora y media? ¿Y por qué bajar a tanta velocidad una pendiente tan peligrosa?

Ante el infructuoso rastreo, la primera hipótesis que se deslizó fue que el cuerpo del pequeño Juan Pedro había sido disuelto por el ácido, pero esta teoría fue desechada por los expertos químicos, quienes afirmaron que un cuerpo humano no podía evaporarse a causa del ácido sin dejar algún rastro.

Dos vecinos de la zona atestiguaron que inmediatamente después del accidente y aprovechando la confusión y el caos propio del suceso, observaron a dos individuos de una altura considerable, de tez blanquecina y engullidos en unas batas blancas que les llegaban hasta los tobillos, salir de una furgoneta blanca, tipo Nissan Vanette, acercarse a la cabina del camión y posteriormente llevarse un gran bulto. De ser cierto, ¿quienes eran aquellos individuos? ¿Era ese gran bulto, Juan Pedro Martínez?

En todos estos años, la hipótesis de un secuestro ha cobrado fuerza, ya que se hace difícil pensar que un vehículo apenas salido de una revisión total como la cisterna sufriera algún desperfecto mecánico. Entonces, la lógica nos puede llevar a pensar que la excesiva velocidad de la cisterna se debía a un desesperado intento de dar alcance a otro vehículo.

Posteriormente también se recibieron numerosas llamadas que afirmaban haber visto a Juan Pedro Martínez en diferentes puntos de la geografía nacional, sobre todo en Bilbao, donde se aseguraban que el “niño de Somosierra” vagaba deambulando por una zona industrial de la capital vasca. Posteriormente las investigaciones de la policía desecharon esos testimonios al no encontrar ninguna prueba de ello.

Rios de tinta han corrido acerca del trágico suceso y varias han sido las hipótesis barajadas acerca del destino que pudo correr el pequeño Juan Pedro, desde que fue secuestrado por las extrañas personas que pararon cerca del accidente hasta las más inauditas de una posible abdución. A día de hoy este expediente X español sigue sin resolver y sólo nos queda mantener viva la historia para que el que hoy sería yá un hombre y entonces niño Juan Pedro, no caiga en el olvido.

Fuente consultada: http://otradimension.galeon.com/somosierra.html